2016 fue un año complejo y difícil para América Latina y su industria siderúrgica.
En el aspecto económico, la región se vio afectada por la recesión de sus principales países, los bajos precios de las materias primas y la volatilidad de las monedas. En acero, las principales variables cerraron el año con desempeños por debajo del 2015, como fue la producción de acero con 59 millones de toneladas (MT), 8% menor que el año previo.
2017, se percibe con mayor optimismo, pero hay riesgos económicos y políticos que podrían causar incertidumbre en el mercado y en la actuación de las empresas. En este contexto, se tienen oportunidades y riesgos que hay que observar para la toma de decisiones.
En el lado de las oportunidades. Primero, destaca un escenario económico más favorable que el observado en 2016. De acuerdo al reporte de enero 2017 del Fondo Monetario Internacional, la economía mundial crecerá 3,4%, superando el nivel del 2016 (3,1%).
America Latina, por su parte, retoma un crecimiento positivo, aunque marginal (1.2% en 2017 vs -0.7% en 2016), porque Brasil y Argentina salen de su recesión y los países de la Alianza del Pacífico (Perú, Colombia, Chile y México) mantienen crecimientos positivos, pero por debajo de su nivel potencial.
Dada la fuerte correlación del consumo de acero con la actividad económica, una mejor perspectiva del ciclo de los negocios siempre es un factor positivo.
Segundo, otro efecto positivo será la recuperación de los precios de las materias primas, dada su relevancia para varios países de la región. De acuerdo al Banco Mundial, el precio promedio del petróleo llegará a $55 dólares por barril en 2017 vs $43 dólares en 2016. Para las materias primas industriales y agrícolas, se estima un aumento del 3%, el primero en los últimos 6 años.
En el lado de los riesgos, destacan, primero, las políticas de la nueva administración Trump en Estados Unidos. Las primeras acciones indican, por un lado, un fuerte estímulo fiscal para promover el crecimiento económico, pero sólo se beneficiarán las empresas y productos americanos, dejando fuera a los proveedores externos.
En lo comercial, hay un esfuerzo de protección para reducir al máximo las importaciones y busca cerrar aún más el mercado norteamericano. En acero, Estados Unidos importa del orden de ≈20 millones de toneladas (MT) anuales y los principales exportadores son Canadá, Brasil, Corea del Sur, México, Rusia, Turquía y Japón.
Un efecto colateral de este proteccionismo es una desviación de comercio hacía otros mercados, como América Latina. Frente a lo cual habrá que reforzar la vigilancia de las importaciones, particularmente, las de comercio desleal.
Estados Unidos está buscando implementar un “modelo de sustitución de importaciones” en un contexto de comercio administrado, modelo totalmente alejado de la práctica y valores comerciales de ese país.
El segundo riesgo, es la industria siderúrgica china. Los temas a vigilar son sobrecapacidad, Empresas Propiedad del Estado, la disputa en la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre el concepto de economía de mercado y su exportación creciente.
Al final de 2016, se anunció el logro del objetivo oficial de reducción de 45 millones de toneladas; aunque es un esfuerzo en la dirección correcta, sigue siendo por debajo de lo que se necesita, ya que es un 3.9% de la capacidad instalada (≈1,169 MT). Para 2017, se comenta extraoficialmente que el objetivo oficial podría ser de ≈60 MT, o mayor sí el gobierno desea acelerar esa política.
De particular relevancia es la discusión en la OMC, ya que eso determinará la metodología que hay que aplicar cuando se realice una investigación por comercio desleal contra los productos chinos.
El inicio de un año, siempre trae optimismo, aunque pareciera que los retos, más que las oportunidades, inclinan la balanza hacía un desempeño incierto y volátil en este 2017.
Rafael Rubio, Director General, Alacero